Esto si que era genial. Una mano de goma que se pegaba a todos lados.
Las vendían en los kioscos y eran muy baratas. Existían de varios colores (rojas, azules, amarillas...).
Las podías lanzar contra un cristal o una pared y se quedaban pegadas. Pero lo mejor de todo no era eso. Lo más guay, es que cuando las lanzabas, ¡¡¡Regresaban!!! Si, ¿Os acordáis? se sujetaba la punta del cordoncito y se tiraba la mano. Cuando se pegaba en lo que fuese (pared, papel, espalda de algún amigo), bastaba con un ligero tironcito para que regresase a ti como si fuera un boomerang.
Estaban hechas de un material pegajoso, que a mí me gustaba sobar y toquetear, arrugando la mano loca y redondeándola como una bolita. Siempre volvía a su forma original, y es que los críos de aquella época eramos bastante guarretes... y si no, recordad el famoso Blandiblub.
Con los amigos teníamos varias bromas que hacíamos con las manos locas, como lanzarlas al pelo de las chicas para que les pegaran (angelitos...), o pegarla en los cristales de clase para tener un poco de distracción observándola mientras la seño mandaba hacer los deberes.
Pero la vida de estas manos era breve.
Cuando estaban demasiado usadas, perdían su poder de adherencia, y se iban poniendo cada vez más sucias de todo el polvo y la pelusilla que se les iba pegando. Así a los dos o tres días de haberlas comprado, ya estaban negras y no pegaban nada, eso sino se rompían antes, porque de tanto lanzarlas y recuperarlas, el rabo que tenían, se acababa partiendo y entonces me percataba de que tenía dos juguetes nuevos: una mano suelta por un lado y una especie de lombriz pegajosa por otro.
Pero no importaba que se rompieran, porque como eran tan baratas se compraba otra y ya está.
Venían en una bolsita transparente para que se viera del color que era. Abría la bolsa y otra vez a empezar otros dos o tres días.
Posteriormente, salieron unos dardos que tenían la punta de este mismo material pegajoso que las manos locas y también se pegaban por todas partes.
Pero no tuvieron ningún éxito. Seguramente porque no regresaban como las manos. Cuando los lanzabas tenías que ir a por ellos.
Creo recordar que estos dardos a imitación de las manos locas los regalaban con los yogures Danone, pero no eran ni la mitad de divertidos que las famosas manitas.
En aquella época todos teníamos estos artilugios de colorines. ¿Recordáis lo bien que nos lo pasábamos con tan poca cosa?
Fuente
que buenas! uno de los mejores recuerdos que tengo. Todavia las siguen sacando con patatas fritas y demas...
ResponderEliminarLas volvieron a sacar cuando iba al insituto y mira que eramos ya grandecicos y to, pero volvieron a ser un boom! jeje
El problema venia cuando la tirabas a una pared encalada, y se llevaba media pared con ella. Perdía todo su poder magico peguntoso.
ResponderEliminarEran geniales para quitar papelajos sueltos a los compañeros de clase cercanos.
ResponderEliminarPara q recuperaran su poder de pegado solo había q lavarlas con agua y jabón.
ResponderEliminarDe que estan hechas pues las siguen haciendo. Mi hija hace rato traia una que le compro su papa y mi perro se la comio necesito saber porque no quiero que se enferme mi perro
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