El gran Optimus en mi muñeca.

No todo en aquellos tiempos era como ahora. Mas bien diría que nada era como ahora.
Los niños de aquella época eramos felices con cualquier cosa, no necesitábamos una marca, tampoco algo bueno. Lo mas insignificante nos hacía felices. Y he aqui, una de esas cosas que vendían en los mercadillos, que eran muy baratos, que carecían de marca, que eran de una calidad muy baja pero que todos queríamos tener.

Un reloj-transformers...

Tan sólo tenía dos botones, el azul y el rojo, y sus funciones eran bien simples, poner la hora y la fecha.
Carecía de cronometro, calculadora, luz, indicación de temperatura, posibilidad de ponerlo en AM o PM, no era sumergible, pero tenía lo mejor del mundo, se convertía en un robot, y si tu reloj se convierte en robot que mas le vas a pedir a tu vida. Ya lo tienes todo, no te es necesario ni tan siquiera saber la hora, de echo recuerdo que casi todos mis amigos los tenían rotos, pero eso sí, en la muñeca.

Lo había en varios colores, rojo, negro, azul y gris, pero como el rojo era el mas parecido a Optimus Prime, ese era el más "guay", y de verdad que era una gozada poder quedarte con la pulsera en la muñeca y ponerte a convertir tu reloj en un muñequito con el que poder jugar. No podía faltar el ruidito típico con la boca mientras que uno hacía la transformación, ya que sin ruido la transformación no era auténtica. Si que es verdad, que al final, acabamos abandonando a nuestro fantástico reloj, para sustituirlo por un Casio (gran marca, ¿qué es lo que no habrán fabricado estos "joíos"?), pero nuestro preciado juguete siempre tubo un lugar privilegiado en nuestra estantería... junto a Skeletor, claro.